Desde finales del año pasado, México saltó
a los titulares de los periódicos en todo el mundo debido a la compleja
relación que se vislumbra en materia de comercio exterior con los Estados
Unidos y la nueva administración de este país. Para ser más precisos, sobre la
incertidumbre que se ha planteado en torno al TLCAN.
Algunos analistas al respecto creen que,
aunque la mayoría de los intercambios económicos que se realizan son con
nuestro vecino del norte, México debe aprovechar las oportunidades que tiene con
todo el mundo. Es decir, nuestro país puede y necesita incrementar la
diversificación de sus relaciones económicas y comerciales.
Los últimos reportes, 20ª Encuesta de
CEO y Doing Business
in Mexico de PwC, recogen la opinión de inversionistas
extranjeros sobre nuestro país y predominan, entre sus atractivos, la
existencia de un gobierno estable, apertura al capital privado en sectores como
el energético o un marco legislativo propicio para la inversión extranjera. En
este sentido, nuestro país ha suscrito 12 tratados de libre comercio con 46
naciones entre otros, como los realizados con Mercosur, Unión Europea o la
integración en Alianza del Pacífico.
Actualmente, la salida de Estados Unidos
resta solidez al Tratado de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en
inglés), aunque podría tener negociaciones en torno a la integración de China.
De ser posible, México debe evaluar las ventajas o repercusiones de un nuevo
tratado comercial, y su influencia en sectores clave de nuestra economía. Por
ejemplo, en industrias como la automotriz, tendríamos que hacer frente de
manera competitiva a Japón, Tailandia, India y la misma China.
México ha trabajado en las últimas décadas en fortalecer su comercio
exterior. Hoy, es uno de los mayores exportadores de productos agropecuarios,
así como –en menor medida- de otros como: equipo de autotransporte y vehículos,
equipo electrónico, computadoras, entre otros. Por eso, cuenta con una gran oportunidad
para diversificar las importaciones y las exportaciones.
Asimismo, el territorio mexicano goza de
una gran infraestructura que permite optimizar procesos y tiempos de despacho
aduanero, así como reducir costos de operación. Es decir, su amplia red de
comunicaciones, las facilidades para el despacho aduanero con VUCEM (Ventanilla
Única de Comercio Exterior Mexicano) o el carril exprés para agilizar los
tiempos de despacho aduanero y fortalecer esquemas just in time.
Existe también un esquema de certificación
en México conocido como Operador Económico Autorizado (OEA). Su finalidad es
ofrecer un testimonio con reconocimiento oficial e internacional y que acredita
a las compañías -con altos estándares en cadena logística y de seguridad- como
socios comerciales confiables. Homologar un distintivo como éste, con el CT-PAT
estadounidense o el PiP canadiense, sería de mucha utilidad para asegurar un
comercio de confianza.
Con la finalidad de fortalecer el gran
dinamismo del comercio internacional en la economía mexicana, y la diversidad
de los tratados o acuerdos de libre comercio, México requiere seguir trabajando
en estrategias para favorecer o incentivar hoy más que nunca la inversión
extranjera y la economía, optimizando los procesos administrativos, y beneficiando
la creación de nuevas empresas. Todo ello mediante esquemas prácticos y ágiles,
así como estímulos y reformas que favorezcan la globalización y el crecimiento
económico del país.
En definitiva, en PwC estamos convencidos que ésta situación presenta una
oportunidad histórica, en la que México puede y debe diversificarse para atraer
a nuevos mercados e inversionistas, mejorando su posición en el mundo y
desarrollando nuevas capacidades que le permitan ser más competitivo. El fin o
renegociación del TLCAN
supondrá el inicio de una nueva época que, sin duda, hará historia.